El Cambio Cultural en El Salvador

Por: Oscar Martínez Peñate

Politólogo y Dr. en Ciencias Sociales

EL SALVADOR.- El cambio cultural en El Salvador inició en el año 2019 con el ascenso al poder político de Nayib Bukele, en donde la corrupción dejó de ser política de Estado y eje transversal de la institucionalidad estatal, fue a partir de ese momento, que la pirámide de poder se colocó de abajo hacia arriba, es decir, los poderes fácticos nacionales y extranjeros eran los que realmente estaban situados en la cúpula y “gobernaban” el país, fueron inmediatamente colocados en la parte inferior, y los de abajo fueron colocados arriba que es la inmensa mayoría de la ciudadanía.

La antigua cúpula de poder que prevaleció en los gobiernos de ARENA y el FMLN se les terminó la impunidad y privilegios, de tal manera, que ahora unos están prófugos de la justicia salvadoreña, otros están encarcelados y algunos se les sigue proceso judicial y su brazo armado constituido por las maras o pandillas el 95 por ciento está en prisión en el Centro de Confinamiento del Terrorismo -CECOT-.

Algunos de los elementos del cambio cultural son, por ejemplo, el que viola la ley no importa su extracción social, ingreso económico, militancia política o nacionalidad no tiene impunidad; todas las instituciones del Estado están en función del ciudadano sin ningún tipo de distinción o discriminación; tolerancia vial; pacificación de la sociedad; certeza y seguridad jurídica; seguridad ciudadana.

Estos indicadores, entre otros, han contribuido a crear un ambiente de resucitación de la vida social; la recomposición del tejido social; la normalización de las relaciones interpersonales con los vecinos, familiares y amigos; conocer y reconocer su propio vecindario, comunidad y población de la misma área geográfica; recuperar la libertad de circulación, expresión y derecho a la vida; disfrutar de los servicios básicos de salud, agua, educación, alumbrado vial.

El Salvador parecía el país fantasma antes del 2019, a las 9:00 de la noche, los ciudadanos se encontraban guarecidos en sus casas y aún ahí tenían miedo de ser víctimas de la situación prevaleciente de terror, incluso, durante el día a la población le daba miedo caminar hacia la parada de buses, ir a la tienda, al trabajo, a estudiar, a la iglesia o a la capilla. El ciudadano salvadoreño estuvo de rehén por los 12 años que duró el conflicto armado y los 30 años del accionar de las maras o pandillas.

El ciudadano salvadoreño ahora camina y pasea con la mayor tranquilidad de hemisferio occidental, hoy sí El Salvador tiene actividad normal, actualmente el país por fin tiene vida nocturna, aunque parezca increíble es tan intensa como la diurna, los restaurantes y discotecas desbordan, los parques colmados de personas que disfrutan la nocturnidad en un ambiente familiar de paz y seguridad, ya no digamos el centro histórico de la capital y de las principales cabeceras departamentales.

El Salvador ha resurgido de los escombros convertidos en cenizas más vigoroso, energético y con mayor fuerza para erigirse como un paradigma.

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