El ministro Rolando Castro hizo una reflexión en el marco de los 44 años del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez.
EL SALVADOR.- El ministro de Trabajo y Previsión Social, Rolando Castro, se pronunció en el marco de los 44 años de su martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, de quien aún se recuerda su memoria.
Castro afirmó que la iglesia «siempre» ha tenido un papel protagónico en la sociedad. En ese contexto, el arzobispo de San Salvador, monseñor Romero, fue nombrado por el Vaticano de Roma, con el aval y complacencia de la oligarquía salvadoreña.
«Monseñor Romero se movía bastante en un círculo de poder del momento; mientras un sacerdote católico jesuita salvadoreño del Paisnal, Rutilio Grande, se movía donde en realidad estaba el pueblo», recordó.
Castro sostuvo que ambos tenían en común que «eran amigos», se reunían, platicaban «y siempre hacían análisis de la coyuntura del momento», por lo que, Rutilio Grande pedía que la iglesia fuera más protagónica y denunciara los atropellos del momento, dijo Castro.
Sin embargo, el 12 de marzo de 1,977, Grande fue asesinado en Aguilares, su homicidio conmocionó al país y parte de la comunidad internacional, remarcó Castro. En ese momento, Romero exigió al gobierno esclarecer su muerte.
«Desde ese momento, Romero inició una vocería fuerte, incansable y contundente de denuncia permanente, contra un gobierno que asesinaba al pueblo», declaró Castro.
Posteriormente, monseñor Romero fue asesinado el lunes 24 de marzo de 1,980, con un disparo en el corazón.
«Monseñor Romero murió físicamente», afirmó Castro, pero, 44 años después, «su legado durará hasta que la humanidad exista».
Actualmente, «San Romero ya no solo pertenece al país que lo vio nacer, hoy es del mundo entero. Rutilio Grande inició esta historia y Romero la culminó, así fue el propósito de Dios», concluyó Castro.