El legendario jugador y ejecutivo de la liga estadounidense, inmortalizado para siempre en el logotipo de la competición, muere a los 86 años.
ESTADOS UNIDOS.- La NBA ha perdido hoy a una de sus mayores leyendas, la figura que da forma, literalmente, al logotipo de la competición. Jerry West, exjugador y ejecutivo de la liga estadounidense, ha fallecido hoy a los 86 años después de toda una vida vinculado al baloncesto de élite, donde fue una de las primeras estrellas del juego y luego dejó huella como miembro prominente de los despachos de las dinastías de Los Angeles Lakers y los Golden State Warriors.
Campeón de la NBA con los angelinos en 1972, el único MVP de las Finales en el equipo perdedor (1969), West fue un jugador avanzado a su época, tan prolífico que obligó a cambiar la normativa de la competición gracias a su técnica exquisita, su magnífica puntería y elegancia en el tiro. En total, fue elegido 14 veces para participar en el All Star, y fue destacado en 12 mejores quintetos de la competición, donde prácticamente se llevó todos los premios habidos y por haber en sus 14 años de trayectoria profesional.
West, que tiene una estatua con su ’44’ en los aledaños del Crypto, el coliseo púrpura y oro en L.A., fue el tercer jugador de la historia en sobrepasar la barrera de los 25.000 tantos en la competición, donde siempre defendió la misma camiseta, coincidiendo justo con el traslado de la mítica franquicia de Minneapolis a Los Ángeles. A pesar de que solo ganó un título en el ocaso de su trayectoria, alcanzó nueve Finales de la NBA y sigue siendo, a día de hoy, el jugador que más puntos ha sumado en la eliminatoria por el título, con un total de 1.679 tantos, un dato que le mantiene por delante de LeBron James (1.562), que le despidió a través de las redes sociales sus como mentor, leyenda y gran amigo.
A lo largo de su carrera, West firmó promedios de 27 puntos, 5,8 rebotes y 6,7 asistencias en un total de 932 partidos disputados, quedando en hasta cuatro ocasiones segundo en las votaciones del MVP de la temporada regular, uno de los pocos premios que se le escapó. En su prominente carrera, topó con los mejores Knicks de la historia y, sobre todo, con los imparables Boston Celtics de Bill Russell, construyendo así la mayor rivalidad de la historia de la liga. Su maldición de cara al anillo la pudo romper contra New York, en 1972, sus verdugos en 1970 después de años y años mordiendo el polvo contra la franquicia de Massachussets.