El Barça no arranca. No reacciona. No mejora su rendimiento ni supera los errores que le están condenando a lo largo de la temporada. El empate a tres contra el Granada, penúltimo de la tabla, en Montjuïc ha sido la enésima confirmación de que el equipo se ha instalado en la irregularidad y que no logra mantener una línea positiva de juego y resultados. De ahí que los nervios, la preocupación, la tensión y las dudas se hayan apoderado del club, sobre todo en la Directiva que encabeza Joan Laporta.
El presidente, al que la grada comienza a señalar como uno de los culpables de la situación, manifestó su rabia tras el choque contra los de Medina este pasado fin de semana. Ni pudo ni quiere ocultar su irritación, pero no tomará medidas. De momento. El partido clave será contra el Nápoles, que también está en crisis, en la Champions League.
Pese a que nadie quiere bajar los brazos. en el vestuario y en la Junta ya dan por perdida LaLiga. No sólo porque el Real Madrid, líder, está ya a diez puntos y parece intratable sino porque ven casi utópico que el Barça haga una recta final de curso ejemplar e histórica que permita recortar una distancia tan amplia que nunca antes se ha superado. Lo que realmente preocupa ahora es: asegurar los puestos de Champions League para la próxima temporada (el objetivo más ambicioso es la segunda posición) y, también y sobre todo, superar los octavos de final del torneo continental contra el Nápoles. El día 21 se disputa el primer cruce, en Italia.
El presidente ha mantenido contactos con sus allegados en la últimas horas y hay acuerdo en que la situación es grave y preocupante, pero también en que no es momento de tomar decisiones, aunque el hecho de que parte de la grada culé se girase contra la Directiva y concretamente contra el presidente ha generado incomodidad, disgusto y nervios.
Hace sólo unos días que el abogado aceptó la decisión del técnico de seguir hasta la conclusión de la temporada y le va a dar continuidad, por, según dijo, tratarse de él. Sólo por eso. Pero el crédito no será ilimitado y en ese sentido la eliminatoria de Champions contra el Nápoles será clave.
Antes del próximo cruce en casa, contra el Getafe el día 24, los culés regresan al torneo continental. Ese encuentro será decisivo para el preparador y para la institución. Hay mucho en juego en todos los niveles. A nivel deportivo, no superar la ronda dañaría la imagen del equipo y la entidad y complicaría aún más la posibilidad de disputar el Mundialito; en la faceta económica, no sólo implicaría la pérdida de los 9,6 millones que conlleva pasar los octavos de final sino que también supondría entrar en balance negativo ya que la Junta azulgrana presupuestó alcanzar los cuartos; en el aspecto psicológico, resultaría un revés que lastraría al vestuario en la recta final de LaLiga; además, la dimensión institucional también quedaría gravemente afectada: la figura de Laporta se resentiría y saldría notablemente perjudicada.