AMÉRICA LATINA.- Para la periodista de Fox News, Sara Carter, las políticas del presidente Nayib Bukele son transformadoras para una nación que antes estaba dominada por pandillas violentas. «Desde el momento en que aterricé en San Salvador, pude ver un cambio radical desde mi última visita hace unos años: la gente caminaba tranquilamente por las calles sin miedo, los cafés estaban llenos y los niños jugaban afuera. Los pandilleros tatuados de la MS-13 habían desaparecido y la policía estaba presente en toda la ciudad. Me sentí seguro».
“En lo que va de 2024, El Salvador ya tiene la tasa de homicidios más baja de todo el hemisferio occidental”, publicó Bukele en X durante su campaña presidencial. “Si la tendencia continúa, la tasa de homicidios sería de 1,6 por cada 100.000 habitantes”.
En un boletín informativo también expresó:
Resulta difícil creer que semejante cambio fuese posible. Antes de Bukele, El Salvador estuvo sumido en una guerra de guerrillas entre 1979 y 1992, y luego fue convulsionado por bandas sedientas de sangre y gobernado por políticos corruptos.
En 2015, El Salvador se había convertido en uno de los países más peligrosos y violentos del mundo. Según cifras del gobierno, se produjeron aproximadamente 103 homicidios violentos por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, desde que Bukele asumió el cargo, es uno de los países más seguros del mundo, donde los homicidios se han desplomado un sorprendente 92 por ciento.
Bukele tiene sus detractores, que criticaron su operación para encarcelar a decenas de miles de pandilleros en virtud de leyes antiterroristas, supuestamente sin el debido proceso. Pero su éxito en restablecer la seguridad y reactivar la vida pública es innegable. Es difícil discutir con Damián Merlo, un asesor de Bukele, quien me dijo: “El Salvador es un faro de esperanza en las Américas y una inspiración para millones de ciudadanos en este hemisferio”.
Sin embargo, décadas de políticas ineficaces en la región, regímenes poco confiables y actividad de pandillas han obstaculizado la confianza entre las dos naciones. La destructiva política de apertura de fronteras de Biden, que es un tema central para la campaña del presidente Trump, ha puesto a El Salvador en la mira. Tomará tiempo generar confianza. Eso fue evidente durante el discurso de Trump en la Convención Nacional Republicana y el mitin de Michigan, que fue crítico con El Salvador y Bukele.
Bukele, quien dice apoyar la postura de Trump de “primero Estados Unidos” y de “mano dura con las políticas fronterizas”, publicó en X después de la Convención Nacional Republicana: “Tomando el camino correcto”. Es una rama de olivo para Trump.
El Salvador está aliado contra el mismo mal que Estados Unidos: las pandillas, los cárteles y las organizaciones de tráfico de personas, dijo Merlo.
Su crisis se convirtió en la nuestra
El caos anterior en El Salvador afectó directamente a Estados Unidos, ya que las autoridades salvadoreñas abrieron las cárceles y alentaron a decenas de miles de pandilleros de la MS-13 y Barrio 18 a ingresar a Estados Unidos. El flujo continuó incluso durante la campaña de Bukele, ya que los delincuentes huyeron hacia el norte para evitar ser arrestados, sabiendo que encontrarían un refugio seguro en la política de apertura de fronteras de la administración Biden. La política de Biden, por supuesto, provocó una afluencia masiva de delincuentes migrantes no solo de El Salvador, sino de cantidades aún mayores de Venezuela, Honduras, Guatemala y otros lugares.
En general, sin embargo, desde que Bukele asumió el cargo en 2019, el número de migrantes ilegales de El Salvador ha disminuido de manera constante y ahora representa solo el 2,5 por ciento de los encuentros de migrantes en nuestra frontera, una cifra menor que la de cualquier otra nación centroamericana. Estas cifras también están muy por debajo de las de Venezuela, Cuba, Colombia, Ecuador y Haití. En 2023 y durante los primeros seis meses de este año, los encuentros de migrantes chinos y ucranianos superaron a los de los salvadoreños.
Si Donald Trump recupera la presidencia de Estados Unidos, como parece cada vez más probable, su administración debería dar la bienvenida a socios como Bukele que puedan ayudarnos a proteger nuestra frontera.
“Asegurar nuestras fronteras y mantener una defensa sólida y contundente de los intereses centrales de Estados Unidos en el hemisferio occidental deben ser nuestras principales prioridades en materia de seguridad nacional”, dijo el senador Mike Lee. “Cultivar relaciones bilaterales sólidas con naciones alineadas con nuestros intereses, como El Salvador, es una parte esencial de la ecuación. El liderazgo demostrado por el gobierno del presidente Bukele en El Salvador hace que esas relaciones no solo sean posibles, sino sólidas”.
Lee publicó el domingo en X: “El Salvador está a salvo de las pandillas violentas bajo el liderazgo de Bukele”. El senador respondió a un seguidor en otra publicación: “No entiendo. Me pregunto si alguien le está dando un mal consejo basado en información incorrecta”, en referencia a la crítica de Trump.
Es más, hay razones por las que Lee y otros cuestionarían las críticas a Bukele, porque la base para una creciente cooperación entre las dos naciones ya estaba establecida en el mandato anterior de Trump.
“La primera administración de Trump y el presidente Bukele desarrollaron una gran relación de cooperación que fue mutuamente beneficiosa para ambas naciones”, dijo Ronald Johnson, ex embajador de Estados Unidos en El Salvador bajo el gobierno de Trump. “Estoy seguro de que lo mismo será cierto en el futuro”. Agregó que “las pandillas, los criminales, los cárteles, las drogas ilegales y los traficantes de personas dependen de las fronteras y la falta de cooperación internacional para escapar de la interdicción, los arrestos y el enjuiciamiento. Las acciones del presidente Bukele han creado un modelo para que lo sigan otras naciones y, como resultado, espero que la cooperación internacional se expanda, no se contraiga”.
Lo importante es aprovechar esos cambios positivos en El Salvador, dicen los legisladores estadounidenses.
El congresista Matt Gaetz me dijo el viernes por la noche, un día después de hablar en la Convención Nacional Republicana y justo antes de partir [O2] con una delegación del Congreso a El Salvador, que “el presidente Bukele ha liderado una transformación notable en El Salvador. Y ahora el presidente Trump rescatará a Estados Unidos del declive”.
Trump y Bukele, al parecer, tienen visiones fundamentales similares: ponen a sus propias naciones en primer lugar y creen que sus ciudadanos merecen líderes que los sirvan y los protejan.
Es de esperar que otros líderes latinoamericanos que enfrentan crisis de cárteles de drogas y violencia de pandillas se inspiren en el liderazgo de Bukele. Es esencial que Estados Unidos construya vínculos bilaterales sólidos con líderes como Bukele no solo para frenar la migración ilegal, sino también para impedir que adversarios estadounidenses como China y Rusia expandan su presencia en nuestro hemisferio.
Como columnista de investigación, he estado cubriendo temas de seguridad nacional e inmigración durante más de veinte años. Nunca, en todo ese tiempo, conocí a un líder extranjero como Bukele. Su creciente estatura se reflejó en la variedad de dignatarios que asistieron a su reciente toma de posesión, incluidos el senador Lee, el congresista Gaetz, el ex embajador Johnson, Donald Trump Jr. y su prometida Kimberly Guilfoyle, el presidente argentino Javier Milei, el rey Felipe VI de España y muchos otros líderes mundiales. ¿Por qué viajaron tan lejos para asistir a la toma de posesión presidencial de un pequeño país centroamericano? Porque Bukele, con solo 42 años, hizo lo imposible: transformó su nación.
El extraordinario cambio de rumbo de El Salvador solo puede atribuirse al liderazgo decisivo de Bukele y a su coraje para enfrentarse a las peligrosas pandillas. Y en su segundo mandato parece decidido a seguir trascendiendo el pasado sin ley de El Salvador y a trabajar diligentemente para reconstruir y reformar su nación.