Longevidad: secretos de los superagers para vivir más y mejor

La evidencia científica asegura que los hábitos saludables, que incluyen actividad física, alimentación y descanso adecuados, son tan importantes como el factor genético.

ESATDOS UNIDOS.- Más que la cantidad de años que vivimos, lo importante es cómo los vivimos. No se trata solo de envejecer pasivamente, sino de adoptar una actitud proactiva para prolongar el tiempo y la calidad del funcionamiento de todos nuestros órganos. El objetivo es aumentar los años con salud y no solo la duración de nuestra vida. De esta forma, podríamos desmentir a Bernard Shaw cuando decía: “la juventud está desperdiciada en los jóvenes”.

Durante siglos la humanidad ha buscado la fuente de la juventud que, según la mitología, lograría rejuvenecer a quien se bañara en ella. En el siglo XVI, Juan Ponce de León navegó el Caribe en busca de esta mítica fuente, encontrando en su lugar un territorio al que bautizó Florida. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue aún más perseverante y durante ocho años exploró, inútilmente, distintas regiones de México.

En los últimos 10.000 años la edad promedio de vida ha sido de 20 a 30 años hasta la mitad del siglo XIX cuando algunos avances médicos y medidas de sanidad comenzaron a implementarse. A partir de esa época, la cifra aumentó significativamente llegando al día de hoy a una expectativa de vida promedio mundial de 70 años. A principios del siglo XX la expectativa de vida era 40 años; en 1950 llegó a 60 en regiones de altos ingresos y actualmente los extremos están representados por Japón que lidera con 85 años, mientras que Chad tiene la más baja con 52. Es razonable pensar que en el futuro podríamos superar los 100 años de vida. Sin embargo, todo indica que durante algún tiempo nos mantendremos en una meseta cercana a un siglo.

La evidencia científica asegura que los hábitos saludables, que incluyen actividad física, alimentación y descanso adecuados, son tan importantes como el factor genético

Más que la cantidad de años que vivimos, lo importante es cómo los vivimos. No se trata solo de envejecer pasivamente, sino de adoptar una actitud proactiva para prolongar el tiempo y la calidad del funcionamiento de todos nuestros órganos. El objetivo es aumentar los años con salud y no solo la duración de nuestra vida. De esta forma, podríamos desmentir a Bernard Shaw cuando decía: “la juventud está desperdiciada en los jóvenes”.

Durante siglos la humanidad ha buscado la fuente de la juventud que, según la mitología, lograría rejuvenecer a quien se bañara en ella. En el siglo XVI, Juan Ponce de León navegó el Caribe en busca de esta mítica fuente, encontrando en su lugar un territorio al que bautizó Florida. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue aún más perseverante y durante ocho años exploró, inútilmente, distintas regiones de México.

En los últimos 10.000 años la edad promedio de vida ha sido de 20 a 30 años hasta la mitad del siglo XIX cuando algunos avances médicos y medidas de sanidad comenzaron a implementarse. A partir de esa época, la cifra aumentó significativamente llegando al día de hoy a una expectativa de vida promedio mundial de 70 años. A principios del siglo XX la expectativa de vida era 40 años; en 1950 llegó a 60 en regiones de altos ingresos y actualmente los extremos están representados por Japón que lidera con 85 años, mientras que Chad tiene la más baja con 52. Es razonable pensar que en el futuro podríamos superar los 100 años de vida. Sin embargo, todo indica que durante algún tiempo nos mantendremos en una meseta cercana a un siglo.

Si bien la longevidad es hoy un tema de interés universal, el foco debería ser otro ya que casi dos tercios de las personas pasan los últimos 10 años de su vida con mala salud. Basta salir a la calle para ver una cantidad de personas que necesitan la asistencia de un bastón, un caminador o de un acompañante para poder desplazarse con lentitud y dificultad. El envejecimiento no debería ser visto como una inevitable declinación hacia la dependencia. Apelando a la conocida frase, la intención no es agregar años a la vida sino vida a los años.

Aún no se sabe qué mecanismos biológicos hacen que algunas personas sean superagers –personas que envejecen excepcionalmente bien–. Un trabajo reciente con 119 octogenarios de España en que aproximadamente la mitad era superagers mostró que en estos últimos los cerebros tienen un mayor volumen, especialmente en las áreas relacionadas con la memoria y que además tienen un mayor número de conexiones entre las neuronas. En el otro extremo, tampoco se conoce la causa, ni existe un tratamiento efectivo para la enfermedad de Alzheimer que está fuertemente ligada con la edad, es la demencia más frecuente, es la sexta causa de muerte y lidera la lista de trastornos discapacitantes

En los EE.UU. el número de personas de 100 o más años ha aumentado marcadamente, de 2300 en 1950, a 100.000 hoy en día (0,03% de la población). En la Argentina, hay aproximadamente 15.000 centenarios. Jeanne Calment, la persona más longeva confirmada vivió hasta los 122 años. Ella, como varios otros de los supercentenarios, no hacía más ejercicio que quienes habían muerto más jóvenes, fumaba y tomaba alcohol. Esto sugiere la influencia de factores genéticos lo que ha sido confirmado en diversos estudios que identificaron cuatro genes llamados FOXO que tienen relación con una extensión en el tiempo de vida.

Un proceso reversible

El envejecimiento es un proceso reversible, por lo menos en parte, que resulta de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Con los años, las células, tejidos y órganos del cuerpo alteran su funcionamiento y dan lugar a enfermedades neurodegenerativas –Alzheimer, Parkinson–, cardiovasculares y cáncer. Se puede decir que las personas que viven muchos años probablemente tienen genes defensivos contra la aparición de las enfermedades relacionadas con la edad.

En años recientes se inició una fuerte corriente relacionada con resistirnos al envejecimiento para mantenernos jóvenes. Es decir, ha aparecido la noción de que podemos enlentecer el reloj biológico y de que el envejecimiento no es un proceso inalterable determinado por la carga genética, sino que, por el contrario, cuando adoptamos el estilo de vida adecuado, cada año deberíamos poder sacar una vela más de la torta en nuestro cumpleaños.

Pero el estereotipo pesimista de la vejez está muy arraigado en la sociedad. Cuando a los pacientes les decimos que el tratamiento holístico en una clínica de prevención y longevidad les permitirá vivir 100 años, muchos –sesgados por el estigma reinante– nos contestan “pero doctor, ¿quién quiere vivir 100 años?”, a lo que contestamos: “todos aquellos que tienen 99…”. Más allá de arrancarles una sonrisa, les explicamos que no nos referimos a 100 años como los de aquellos que pueden verse hoy y que en general revelan el deterioro asociado a una acumulación de enfermedades que afectan la movilidad y la capacidad cognitiva.

¿Quién habría imaginado en 1960 que una persona de 80 años podría lucir como Mick Jagger? Hoy sabemos que desde los 20 años, Jagger ya envejecía de una forma diferente –superior– a la mayoría de las personas de su misma edad. Si bien en ese momento, la diferencia no era evidente, hoy, a los casi 81 años, probablemente muy pocos individuos tengan la capacidad física y cognitiva del famoso Rolling Stone.

Y extrapolando esto, debemos pensar en un futuro con personas que con 100 años hayan aplicado el conocimiento ya disponible relacionado con la longevidad y que por lo tanto lucirán como alguien que hoy tiene 60 años.

El foco de vivir muchos años con buena calidad de vida es un paradigma emergente en la medicina. En la mayoría de los países, el sistema de salud es antiguo, complejo e ineficiente, con médicos, centros médicos y financiadores que a menudo tienen intereses en conflicto. Es esencial adoptar un nuevo enfoque centrado en la expectativa y calidad de vida.

Alimentación y ejercicio

Incorporar hábitos de buena salud desde la infancia es crucial. Aunque se cree que los jóvenes no se preocupan por su salud, datos recientes de los Estados Unidos muestran que las generaciones Z y millennials están entre los que más gastan en temas relacionados con la salud. Los hábitos saludables previenen las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte a nivel mundial.

A partir de los 60 años en general se hace más obvio quiénes envejecen mejor que otros, pero es posible revertir la evolución natural de una declinación progresiva si seguimos practicando los hábitos que han sido incorporados en la juventud como una parte más de la vida diaria. Idealmente tendremos que aumentar su intensidad y frecuencia con el desafío que significa compatibilizar esto con un período que se supone está más libre de compromisos.

Se deberá:

Meditar más

Socializar

Respetar estrictamente las horas de sueño

Agregar esfuerzo al ejercicio

Limitarnos a una nutrición libre de productos procesados

Evitar el cigarrillo

Limitar el alcohol

Asegurarnos de que la presión arterial, el colesterol y la glucosa estén dentro de los límites normales

Si el eje de nuestra conducta está en los hábitos saludables, se mantendrá la llamada vitalescencia. Los años que siguen al comienzo de la séptima década son un tobogán con diferentes grados de inclinación que en la mayoría de los que no siguen un estilo de vida sano, tarde o temprano puede llegar al nivel de la dependencia física para las actividades más básicas de la vida cotidiana.

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