«Muchas veces el límite somos nosotros mismos, hay que esforzarnos por conseguir lo que queremos», afirmó.
EL SALVADOR.- El diputado reelecto de la Asamblea Legislativa, Reynaldo Carballo, compartió una pequeña historia de su vida.
«De joven salí becado para San Salvador, nací en Chapeltique San Miguel. Cuando llegue a San Salvador me tocó vivir en un pupilaje, dormía en una tijera, no sé si recuerdan de ese tipo de cama, era plegable de lona, ahí dormía, muchas veces para ahorrarme lo del pasaje me iba caminando hasta el Ricaldone, me recuerdo que en los recreos, sacaba mis dos pancitos que cargaba en las bolsas del pantalón y buscaba donde sentarme a comérmelos, los pancitos generalmente eran rellenos de queso o frijolitos», contó Carballo.
«Hasta la fecha mi desayuno y cena es mi plato favorito, mi queso y mis frijoles no me pueden faltar, no entiendo como nunca me he empachado de comer tanto queso», afirmó.
Siguió: «como pupilo, aprendí a lavar, planchar, y cocinar, eso no los hace menos hombres, al contrario, nos sensibiliza del gran trabajo que hacen las mujeres jefas de hogar», aseguró.
«Todas estas historias me gusta compartirlas con los jóvenes, que sepan que realmente la pobreza no es un límite, muchas veces el límite somos nosotros mismos, hay que esforzarnos por conseguir lo que queremos, antes nuestros padres no nos criaron con lujos, soy de la generación que de Niño en el campo lo mandaban con las vacas de madrugada, agradezco a mis padres, porque sé lo que cuesta ganarme el pan de cada día, y lo que vale esforzarse en la vida y que todo sacrificio tiene su recompensa», instó Carballo.
«En la actualidad y a mis años, son parte de mi vida que jamás olvido, mis costumbres, mis raíces. Si a alguien le gustó que le haya contado esta pequeña parte de mi vida, o le haya servido de motivación, me doy por satisfecho», concluyó.