Sociólogo y docente, Mauricio Rodríguez.
Primera parte
EL SALVADOR.- Quizá por mi carácter de sociólogo, no de jurista, mucho menos de un constitucionalista, me atrevo a escribir de un tema que dé más está decirlo corresponde a una necesidad histórica de nuestro país y es que según datos históricos hasta hoy día y producto de golpes de Estado, ya contabilizamos 13 Constituciones y cada una correspondiendo a su tiempo, tenemos la de 1864, 1871, 1880, 1883, 1885 (nunca fue aprobada tampoco entro en vivencia), 1886, 1839 (reformada en 1944) , 1945, 1950, 1962 y 1983 para el caso la que nos rige, es la de 1983 la que es producto de un golpe de Estado en 1979, la que contiene las denominadas “normas pétreas”, es decir, no podrían reformarse mucho menos derogarse en el tiempo, hasta donde yo alcanzo a dimensionar solo es la Santa Biblia la que no es sujeta de cambios en su texto original, volviendo al tema de las normas pétreas se encuentran establecidas en los artículos 83 al 89, el 248 inciso 5º entendidas estas como la base doctrinaria que no pueden ser reformadas en tanto conllevan en sí el espíritu de las mismas, es decir, en ellas se determina aspectos ideológicos y tendencia política en nuestro caso salvadoreño lo que no puede cambiarse el esquema determinado por ser una república no podríamos cambiar la constitución a un esquema de reinado, monárquico, por mencionar algunos ejemplos, lo que si es cierto es que la Constitución le da facultades al Primer Órgano de Estado de aprobar, reformar, derogar e interpretar auténticamente nuestro marco regulatorio, es decir, nuestro andamiaje jurídico.
El Salvador cuarenta años después de la última Constitución de la República urge del establecimiento de una nueva Carta o de reformar la actual, pues los tiempos han cambiado, las necesidades, las políticas y por consiguiente las necesidades de la población, en consecuencia es urgente además de ser una obligación histórica de la nueva asamblea legislativa, el propiciar la seguridad jurídica para que nuestro país se encamine al pleno desarrollo desde ya anunciado por el Presidente de la República y para ello es necesario un posicionamiento inherente a las proyecciones de crecimiento económico por medio de la atracción de capitales extranjeros invertidos en nuestro país lo que redundara en el dinamismo de la economía local y permitirá el mejoramiento de las condiciones de vida material de nuestra gente, entendido esto como el hecho de acceder a trabajo, vivienda, salud, educación, seguridad y recreación, lo cual es el deber ser de la nueva legislatura, poder aprobar y la siguiente ratificar las enmiendas a la constitución de la república.
De momento, las principales reformas a la Constitución deben ser las siguientes:
Por una parte, lo relativo a la integración del Tribunal Supremo Electoral debería reformarse a partir de que de despartidice o sea esa fórmula de integrarla por los tres partidos que en la última elección presidencial obtienen los tres primeros lugares en votación me parece una desproporción, lo correcto debería ser que sea integrado por personas notables, probas y además con amplios conocimientos en materia electoral y electos para cinco años homologándolo con cada elección presidencial.
La deuda política, la cual fue un incentivo creado a partir del desincentivo que existía entre la clase política producto de los fraudes electorales de la dictadura militar y se instituye darle un incentivo a los partidos políticos a efecto de que pudiesen participar contando con el apoyo financiero del pecunio estatal, con el tiempo esta acción se prostituyo y la famosa deuda política ahora es generadora de pleitos internos en los partidos políticos tradicionales porque como ya se sabe esos dineros van a parar a los bolsillos de los dirigentes o dueños de los partidos o a los financistas, la población rechaza la deuda política y, por tanto, es imperativo saberlos escuchar.
La autonomía universitaria refiriéndome al tema de la Universidad de El Salvador, esta fue concebida como un escudo protector ante los embates de la dictadura militar y por años fue referente académico a nivel local y regional de modo tal que era un honor graduarse de dicha casa de estudios, por ahora esa dichosa autonomía universitaria permite que dirigentes de la misma con camisa roja por dentro se colocan un color cian para engañar, pero en el fondo son “los mismos de siempre” convirtiendo a la UES en un cementerio de elefantes, pues allí es el oasis laboral para aquellos efemelenistas cuyos sueños políticos llegaron a su final. En conclusión, la “Autonomía universitaria” estos señores la consideran una norma pétrea, lo cual está demostrado que ya no es necesaria, pues vivimos nuevos tiempos.
TO BE CONTINUED.
