Por Julio Rodríguez / Periodista
EL SALVADOR.- Hace 37 años, mi primer trabajo fue de reportero en una revista, con la tinta que he escrito noticias, reportajes e historias, podría llenar pilas de hojas.
Apenas era un aprendiz de escribidor, un Quijote queriendo surcar el laberinto de la vida, contando las cosas que nos pasan a los seres humanos. Un niño periodista de 19 años.
Ahora, cuando veo el atardecer de mi vida, pero sin dejar la pluma, más bien el teclado de una computadora, corroboro que a pesar de haber hecho méritos para ser médico, era divinamente obvio que ser periodista estaba escrito en los periódicos del cielo.
Para este tiempo fui llamado y escogido, escribir sobre los nuevos milagros del Maestro de Galilea, ser uno de los cronistas que narra el Capítulo 29 del Libro de Hechos, como lo hizo el periodista Lucas.
En el “Día del Periodista” número 37 que celebro, solo le pido al Señor que siga siendo sensible, creativo y nunca deje de escribir sobre sus maravillas, pues las buenas nuevas del Reino no pueden dejar de ser contadas.
Siempre hay que descubrir cómo el Señor nos usa para hacer su obra por medio de aquello que hacemos a diario.
