En años recientes se han experimentado con más frecuencia olas de calor y mayores temperaturas, particularmente en zonas urbanas superpobladas. En muchos casos debido al efecto de isla de calor. Una isla de calor es una zona urbana donde construcciones, edificios, concreto, pavimento y otra infraestructura absorben calor solar y lo reemite en una proporción mayor que en un paisaje natural con árboles y cuerpos de agua. Precisamente, la presencia de árboles y cuerpos de agua en ciudades son estrategias sugeridas por expertos en desarrollo urbano para reducir la sensación térmica extrema en las ciudades.
Los árboles ofrecen diversos servicios ambientales: capturan CO2, producen oxígeno, proveen sombra, albergan fauna. Un árbol captura entre 10 y 30 kg de CO2 al año, un árbol adulto de mango puede almacenar hasta una tonelada de carbono durante su vida. Los árboles también mejoran nuestro confort reduciendo la temperatura del aire urbano mediante el enfriamiento evaporativo, la sombra y la humidificación. Diversos estudios han estimado que la presencia de árboles reduce la temperatura local entre 0.6 y 1.5 °C, contribuyendo a la reducción de los costos de energía para enfriar edificios y hogares. La humidificación del aire, así como la purificación de algunos contaminantes urbanos, también facilita la respiración reduciendo la necesidad de medicación para aquellos con dificultades respiratorias, aunque las flores de los árboles pueden desatar alergias en aquellas personas susceptibles al polen.
También áreas urbanas con 30–40 % de suelos permeables poblados de árboles almacenan hasta 1,000 m3 de agua lluvia por hectárea que permite que esta se infiltre, incorporándose a los mantos acuíferos y evitando la ocurrencia de inundaciones aguas abajo, un fenómeno recurrente en nuestras ciudades.
Sin embargo, en nuestro país muchos parques y plazas, como ejemplo las Fuentes Beethoven (San Salvador), están pobladas de palmeras que no solo brindan poca sombra, sino que también ofrecen reducidos servicios ambientales. Plazas como estas representan una oportunidad para la siembra de árboles en alta densidad con potencial de mejorar el microclima de la zona que le rodea, así como de servir como un centro de biodiversidad para que distintas especies de animales encuentren un espacio para habitar.
El diseño de ciudades y sus proyectos habitacionales, industriales y comerciales debe considerar la inclusión de árboles en áreas estratégicas: aceras, paradas de buses, parques, estacionamientos, áreas es[1]colares. Un ambiente verde y sombreado en estas áreas promovería el movimiento de las personas y su salud. Lastimosa[1]mente, la mayoría de las nuevas construcciones no consideran los árboles en sus diseños y su inclusión no es una prioridad. Supermercados, centros comerciales y almacenes son diseñados con áreas de estacionamiento sin un solo árbol (excepciones agradables son EPA y Walmart, entre otros, que han iniciado a incorporar árboles en sus estacionamientos), y a pesar de que todos buscamos la sombra de los árboles para estacionar nuestros autos o resguardarnos del calor, es más común ver personas talando los árboles de sus aceras que sembrando uno nuevo.
La reforestación urbana no es fácil una vez la ciudad o las infraestructuras están establecidas. Los árboles compiten con cables de electricidad y telecomunicaciones, sus raíces pueden dañar aceras y otras estructuras, sus ramas son un riesgo durante una tormenta. Pero opciones como cablea[1]do subterráneo, identificación de especies morfológicas y ecológicamente idóneas y un plan apropiado de manejo de los árboles, permitirá que estos crezcan sin causar mayores daños a la población y la infraestructura, y permitiéndonos disfrutar de sus beneficios. Sembrar árboles es una buena inversión desde muchos puntos de vista.
