“Fue un papá increíble con sus consejos”, subrayó Lucy Luna, mientras daba sus palabras de despedida frente al ataúd y decenas de asistentes al entierro de uno de los salvadoreños más destacados por su trayectoria como ingeniero, escritor y político salvadoreño.
EL SALVADOR.- Los Acuerdos de Paz de 1992, en el castillo de Chapultepec, México, no solo pusieron fin a la Guerra Civil de El Salvador, sino al calvario que desde años cargaba Lucy Luna, hija del maestro Dagoberto Gutiérrez. En medio de la Guerra, mientras Gutiérrez emprendía su lucha, como miembro de guerrilla del FMLN, no se desentendía de su papel como padre.
Fue durante la firma de la paz, que Luna conoció físicamente a su padre Dagoberto Gutiérrez, ambos empezarían una relación más cercana y no remota: «Me escribía en la clandestinidad él me escribía como Santiago Gutiérrez, yo crecí pensado que se llamaba así”. Para comunicarse, Gutiérrez enviaba cartas que, para aquel entonces significaba «la muerte» para ambos: “cartas que venían enrolladas de jabones y pescados, escritas en papel de arroz, que él me decía que tenía que quemar cada vez que las leía, para que no hubiera ningún vinculo conmigo”, recordó Luna en sus últimas palabras de despedida para su padre este 11 de julio, cuyos restos yacían en el féretro, tras dejar este mundo por muerte natural.
Las palabras de Lucy, fueron acompañadas por lagrimas, su mano no soltó en ningún momento el ataúd de uno de los salvadoreños que por años perteneció al FMLN, pero que también señaló por estar en medio de polémicas y bajo el ojo del huracán por corrupción.
“Yo lo vi a él (Dagoberto Gutiérrez) físicamente hasta mis 15 años, y quiero decirles que muchas gracias por estar aquí, no los conozco, pero he escuchado historias de ustedes con él de lucha y me siento muy orgullosa de su historia de lo que él representa como un salvadoreño increíble que amo esta patria como su vida», y no es para menos, allegados a Gutiérrez compartieron en redes sociales distintas anécdotas y momentos que vivieron junto a este personaje público, que sembró semillas de inspiración hasta en pequeños, que ahora buscan seguir sus pasos.
«Quiero agradecerle toda la ternura» «Hasta siempre comándate Logan», concluyó Luna refiriéndose al seudónimo de su padre, con el que se le conoció durante la guerra.
